miércoles, 19 de julio de 2017

El experimento social

Estoy sentado en una cafetería que acaba de abrir sus puertas, hoy es el día de la inauguración y todo lo que sirven es gratis; de allí que esté a rebosar de personas entusiasmadas y de allí que llevo más de quince minutos esperando mi pedido y que algunas de estas ridículas parejas decidan que ya está bien de tanto postureo romántico, que se larguen ya y que me dejen una mesa libre. Me da mucha pena ver cómo se comportan, demasiado encariñados todos, demasiado empalagosos. Hasta me dan arcadas. Debo explicar que soy el único aquí que ha decidido venir a solas.

Llevo una semana con un humor de perros. Todos mi amigos o se han ido de vacaciones a lugares exóticos o se han ido a lugar exóticos para trabajar. Estoy solo en la ciudad. No literalmente, quiero decir: mi ciudad vive del turismo y cada vez hay más guiris, pero ya saben... yo me siento solo.

Ayy, corta corta. Basta ya, mejor me centro en el teclado de mi smartphone, cuidar las faltas de ortografía y prestar atención al autocorrector. Le estoy escribiendo a un amigo, más bien conocido, el único 'pringado' que sigue en la ciudad. Al menos no soy el único pringado... Cambio de idea, empiezo a borrar el pedazo de párrafo que llevo tres minutos redactado y accidentalmente, le doy a la tecla de enviar. Seré inútil. Qué más da, igual ni lo lee. Adiós.

Ahora estoy nervioso. Me estoy dando cuenta que nadie tiene intención de abandonar su mesa. Y todavía no me han traído mi pedido, nada glamuroso: un café con leche y un croissant de mantequilla relleno de chocolate.

Justo cuando me dispongo a abandonar este horrible establecimiento, la camarera me hace señas, me informa que tiene un pequeño problemilla con la máquina del café, que lo siente muchísimo y que me espere un poco. Yo sonrío, y me despido. Cuando estoy saliendo por la puerta, miro por encima del hombro y veo una expresión de horror en el rostro de la camarera.

Se me había olvidado, mi sonrisa suele causar escalofríos en las personas que no me conocen. Mis colegas me dicen que tiene un aire siniestro, que yo tengo un aire siniestro. Nunca lo he llegado a entender, pero muy a menudo mis actos y palabras suelen malinterpretarse.

Me dispongo a cruzar la calle, pero un cartel me capta la atención:

¡¡¿QUIERES GANAR DINERO FÁCIL?!!

De entrada, mi sentido común me dice que eso podría ser una trampa, pues ganar dinero no suele ser una tarea fácil. Pero mis ojos me traicionan y sigue leyendo.

¿TIENES MUCHO TIEMPO LIBRE Y TE ABURRES?

Sí, es posible...

¿TE INTERESARÍA PARTICIPAR EN UN EXPERIMENTO?

...

LAS REGLAS SON MUY FÁCILES:
1. CONTACTA CON NOSOTROS.
2. CONCERTAREMOS CITA PARA EXPLICARTE TODO EL PROCESO.
3. CONSIGUE EL TRABAJO INMEDIATAMENTE.

Lo primero que  me viene a la mente es que este el peor anuncio que he visto jamás. No tiene sentido y la información es prácticamente inexistente. De todas formas, me hago con la información de contacto sólo por si las moscas...

Dos días después, estoy en la sala de espera de la 'clínica'. Bueno, no sé cómo describir este lugar: es una mezcla de cafetería, un local exótico de una vidente y una clínica de salud mental. Nunca había pensado que estás tres cosas tan diferentes pudieran congeniar en un mismo edificio. Empiezo a pensar que he cometido un error pero antes de poder reflexionar muy bien acerca del tema y entonces, escucho que están llamándome.

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