lunes, 31 de agosto de 2015

Il calice dorato.

In un paesino, addentrato in una foresta, c'era un bambino speciale chiamato Dory.
Quando raggiunse l'età di 15 anni, scoprí una collana con un simbolo  di un calice e dentro c'era un biglietto dove c'era scritto:
Se una collana tu hai , un calice d'oro devi trovare e al sicuro lo devi portare .
Dopo aver letto il messaggio si cominciarono a sentire delle voci che dicevano:
Ti troveremo scappa ma ti prenderemo .
Il giorno dopo Dory cominciò a preparare le sue cose e partì.
Le voci cominciarono a tormentarlo, di là e di quà.
Ad un certo punto la collana cominció a muoversi e a spingere in una derezione all'altra. Dopo dieci minuti di viaggio, la collana si fermó davanti ad una roccia.
In mezzo alla roccia c'era un simbolo come quella della collana che Dory ha trovato. Dopo di che Dory cominció ad avvicinarsi alla roccia,mise il simbolo e cominció a sentire una vibrazione. La roccia si aprí e all'interno c'era il calice d'oro.
Dory lo prese, uscí dalla roccia e comició a correre, peró, le voci cominciarono a sentirsi di piú e a farsi vedere.
Quando entró in camera sua  vide dentro il calice e  trovó un biglietto che diceva:
—Metti la collana dentro il calice  e vedrai che scomparirá dai tuoi occhi, ma sará ancora nelle tue mani. Dopo di che, vai sempre a sud e troverai una roccia, solo tu potrai vedere l'apertura della roccia, aprila e metti il calice dentro. Dopo di che pronuncia <<Calice d'oro sei al sicuro, adesso scompari e tieni duro>>.
Dory fece tutto quello che aveva detto il biglietto.
Quando disse la formula tutto ritornó normale.
FINE

Il calice dorato, un cuentecito escrito por mi sobrina de 10 años, que no me dejará en paz hasta que lo suba. ¡Que lo disfrutéis!

martes, 25 de agosto de 2015

Ella

¿Qué fue de esa chica que solía conocer? ¿Dónde está? ¿Cómo vive? ¿Qué hace?
Solo puedo pensar en ella, en su sonrisa porque aunque todo el mundo la veía sonreír solo yo distinguía cuándo lo hacía con los ojos.
Ahora veo esos ojos dondequiera que vaya. Los veo en la comida, en el cielo gris de invierno, en mis ropas, mis sueños y mis inquietudes... En mis alegrías y mis tristezas, en los gestos de los demás y en los míos propios. En el espejo, en superficies metálicas y de mármol. En todo. Los veo y la recuerdo entera, haciendo el vago, bailando, siendo la chica más loca y fascinante que llegué a conocer.
En ella se ha convertido mi vida. Sin ella no puedo avanzar, no puedo saborear los días. No puedo ser yo mismo.

martes, 18 de agosto de 2015

La muerte de fénix

Me he dado cuenta de que cuando me apetece recomendaros algo, siempre suele ser poesía y yo no me considero una poetisa ni mucho menos. Ni siquiera me atraen las antologías poéticas cuando voy a por droga literaria... No obstante, sí que escribo, de vez en cuando, pequeños fragmentos que se pueden etiquetar como tal—o no.
En fin, no nos enrollemos con minucias... La muerte de fénix de Mahmud Darwish, una leyenda de la poesía árabe contemporánea, es uno de esos poemas que una vez leídos, sabes que van a ser muy importantes para ti, ya sea personalmente o literariamente. Así que, ya desde hace tiempo, venía pensando la posibilidad de publicarlo en el blog y hasta hoy no se me ha presentado la ocasión.
También os informo que un fragmento suyo estará presente en la 'mini-serie' de Phoen. No os digo cuál es, acepto teorías...
Y sin más dilataciones, os dejo saborear esta preciosidad de poema:
En los himnos que cantamos
hay una flauta,
en la flauta que nos habita
un fuego
y en el fuego que encendemos
un Fénix verde.
En su elegía no he distinguido
mi ceniza de tu polvo.
 Una nube de lilas basta para ocultarnos la
jaima del pescador.
Camina, pues, sobre las aguas como el Señor.
Ella me ha dicho:
El recuerdo que llevo de ti no está
desierto
y ya no hay enemigos para las rosas que
surgen de los escombros de tu casa.

Un anillo de agua rodeaba la elevada
montaña
y el Tiberíades era el patio trasero del primer
Paraíso.
Le dije: la imagen del universo se ha completado
en unos ojos verdes.
Ella me respondió: Oh, mi príncipe y mi cautivo,
guarda mis vinos en tus jarras.
 Los dos extraños que se han consumido en
nosotros son
esos que hace un instante han intentado
matarnos,
los que volverán a sus espadas dentro de poco,
los que nos preguntan: ¿Quiénes sois?
- Dos sombras de lo que fuimos aquí,
dos nombres del trigo que crecen en el pan de
las batallas.
 No quiero regresar ahora, como
los Cruzados de mi casa. Soy
todo este silencio entre los dioses y los que
se inventaron un nombre.
Soy la sombra que camina sobre las aguas,
la escena y el testigo,
el adorador y el templo
en la tierra de mi asedio y del tuyo.
 Sé mi amado entre dos guerras
en el espejo -dijo ella-.No quiero regresar ahora a la
fortaleza de mi padre.
Llévame a tu viña y reúneme con
tu madre.
Perfúmame con agua de albahaca, espárceme
sobre la vasija de plata, péiname,
enciérrame en la cárcel de tu nombre, mátame
de amor. Cásate conmigo.
Despósame por los ritos agrarios,
adiéstrame en la flauta y quémame para que
nazca
como el Fénix, de mi fuego y del tuyo.
 Una forma semejaba al Fénix llorando
ensangrentado
antes de caer al agua
cerca de la jaima del pescador.
 ¿De qué sirve mi espera y la tuya?
    

sábado, 15 de agosto de 2015

La vida de un escritor...

... que ha fracasado antes siquiera de intentarlo.

Aquí me armo de valor en esta tarde-noche de viernes, con The Smiths como banda sonora, para invocar historias recónditas. Me encuentro sentado en un banco de mármol cualquiera, observando a la gente pasear.
Siempre he considerado que observando se obtiene más información que hablando y así es...
El cielo ya ha oscurecido hace bastante rato; no hay estrellas, solo lo que parece ser nubes que se tiñen de negro. Negros, también, son los ropajes de los viandantes. Como almas en pena, siguen sus caminos infinitos. La única iluminación que hay es la de las farolas, los negocios y los ruidos... son los ruidos de la vida nocturna en su génesis.
—¡Vamos, tío! ¡Mójate!
Grita un muchacho de apenas quince primaveras a su compañero, instándole a probar con su skater.
Yo, bolígrafo en mano, soy un espectador que anota todo lo que ven sus ojos y perciben sus sentidos. Me dedico a describir la escena de los muchachos pero enseguida me interrumpe una niñita con unos tirabuzones negros preciosos que absorben la luz noctívaga.
—¿Por qué estás haciendo los deberes de noche?
Sus inusuales ojos color amatista, me miran expectantes con la inocencia todavía conservada.
—No estoy haciendo los deberes...
—¿Y qué haces?— me vuelve a interrumpir moviendo su cabecita, lo cual provoca que sus rizitos se estiren como si de un muelle se trataran.
—Estoy escribiendo.
—¿Escribiendo qué?
Y eleva sus manitas en gesto de interrogación.
—Historias, soy un escritor...
... aficionado, pienso para mis adentros.
¡Qué chulii!— dice, aplaudiendo, probablemente sin saber realmente qué es un escritor.
No añade nada más, solo se queda donde está; esperando que yo siga escribiendo, supongo. Yo miro a nuestro alrededor, buscando a sus padres que sin duda estarán muy cerca o de pie en la plaza o sentados en alguna cafetería cercana; mas no logro encontrarlos.
—¿Y qué miras ahora?
—Estoy buscando a tus padres.
Le contesto todavía inmerso en la búsqueda, por lo que no le doy mucha importancia a lo que dice a continuación:
—No tengo padres. Me has llamado, así que he acudido a ti.
—¿Cómo te llamas? ¿Sabes cómo se llaman tus padres?— contesto yo, sin embargo.
Ella mantiene su mirada fija en mí y por un momento su insólito iris me provoca un escalofrío.
—Vamos a buscar a tus padres, anda...
Le digo, incorporándome y tendiéndole la mano. Ella, no obstante, me mira decepcionada y se va en la dirección contraria dando saltitos conforme sus bucles, asimismo, dan saltitos como si estuvieran vivos.
Regreso a mi asiento y me pongo manos a la obra con lo que tenía escrito; pero en el último momento levanto la mirada y veo cómo la chiquilla sin padres atravesa una pared para después desaparecer como si nunca hubiera existido.

martes, 4 de agosto de 2015

Besos en el espejo

Copyright @amylshariel (Instagram)

Separados del mundo,
se hallaban escondidos en un prado. 
Luchando.
Sufriendo.
Esperando su hora,
esperando la Muerte
que tardaba en llegar;
que se manifestaba en su interior.

Dejó caer la pluma. Gotas de tinta mancharon el suelo mojado. Su mano yacía a un lado, goteando un líquido rosado. Su cabellera, de normal dorada, ahora se teñía de negro y se le pegaba a la piel desnuda, decorada de heridas recién hechas. Sus labios carnosos perdían su color vivaz con el paso de los segundos. Entretanto, el agua de la bañera absorbía su calor corporal.
Se sintió volar. 
Y una luz blanca la engulló.
De sus muñecas, brazos, piernas y estómago, fluía la sangre roja.

En el espejo del baño, dejó un mensaje efímero como la vida misma.