jueves, 14 de julio de 2016

El buscador

Hoy os traigo un día más un cuento del psicodramaturgo Jorge Bucay, autor de varias obras y relatos cortos cuya finalidad es animarnos a reflexionar sobre los distintos aspectos de la vida o, como en este cuento, sobre los pequeños instantes de felicidad que se nos escapan por varias razones o por tener un mal enfoque. 
Sin más, os invito a leer y sobre todo a disfrutar leyendo...



Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador.

Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente sabe qué es lo que está buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención.

Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.

Una portezuela de bronce lo invita a entrar. De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción…

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía: Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas.

El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años… Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

—No, ningún familiar—dijo el buscador. — ¿Qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente? ¿Qué los ha obligado a construir un cementerio de chicos?

El anciano se sonrió y dijo:

—Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda, qué fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo. Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana?, ¿dos?, ¿tres semanas y media? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso. ¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso?, ¿dos días?, ¿una semana? ¿Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo? ¿Y el casamiento de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas?, ¿días?

>>Así vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos cada momento.

>>Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre, abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido.

Fuente: Cuentos para Pensar de Jorge Bucay.

lunes, 11 de julio de 2016

El primer paso

Anteayer, bromeando por Twitter, se me ocurrió esta idea de empezar una rutina de deporte basada en la de Beyoncé a raíz de una entrevista/documental donde la cantante explica cómo se mantiene en forma. Ya desde antes, tenía la intención y las ganas de hacer algo con mi vida deportiva cuya ausencia protagoniza mi existencia.

Yo sabía que quería empezar con algo suave, que me haga sudar y que no me canse tanto, así pues busqué en Youtube y encontré un buen material cardio para principiantes. El vídeo solo duraba 10 minutos y logré seguir todos los movimientos sin dificultad alguna. Hasta aquí todo perfecto. Pero yo sentía que no me había esforzado tanto, así que me puse otro cuya duración excedía los veinte minutos. También se trataba de ejercicios simples ideales para principiantes. Conseguí seguirlos sin ningún problema. El verdadero problema vino al día siguiente cuando al despertar no podía moverme. Debido a que dichos ejercicios consistían, en su mayoría, en hacer sentadillas, me resultaba muy dificultoso levantarme, sentarme y hasta caminar normalmente. Aunque, claramente, todo esto es totalmente normal sabiendo que hacía una eternidad que no muevo ni un dedo. Nunca fui de esas personas que les apasiona el deporte. Como mucho, me gusta bailar y bailar es hacer deporte, ¿no? En fin, desde secundaría no me había puesto un chándal ni había decidido salir a correr un rato. Me gusta mucho dar paseos en la bicicleta pero eso es todo.
Sin embargo, este año he decidido cambiar todo eso. Desde el momento en el que me cansé a los pocos minutos jugando al fútbol con mis sobrinos (lo cual resulta extremadamente humillante) y con miedo a desarrollar algún tipo de insuficiencia cardíaca a muy temprana edad, tomé la decisión de hacer deporte.

Mi idea es empezar realmente muy suave, realizando ejercicios cardio en casa diariamente, saliendo a correr y dar largos paseos en bicicleta de vez en cuando. Eso sí bebiendo mucha, muchísima agua para mantenerme hidratada y cuidar un poquito, muy poquito (pues amo comer con todo mi alma) mi alimentación y de esta forma espero conseguir un cuerpo más saludable. Y quizás… algún día pueda hacer todo lo que Beyoncé es capaz de hacer en cuanto a ejercicio se refiere.

He de admitir que no soy ninguna experta y que tampoco he realizado ningún tipo de búsqueda de cómo debería empezar a hacer deporte. Lo intenté una vez pero me aburría rápidamente leyendo esos artículos. Como he dicho, me he convertido en una persona muy vaga en cuanto al deporte y solo me hace falta correr un minuto como para sentirme realmente cansada y que ya no pueda más y esos artículos, aunque estén dirigidos a principiantes, me parecen muy duros. Por ello, estoy empezando MUY SUAVE. Quisiera compartir con vosotros todos los avances que vaya logrando para llegar al objetivo propuesto. Agradecería vuestros comentarios y/o consejos.

Si queréis saber por qué estoy escribiendo esto, la razón es simple: siempre he intentado no involucrar mi vida personal con el blog, me he inventado un seudónimo y procuro escribir con objetividad, cuanto más mejor. Por otra parte, siempre resulta que fracaso en este intento llegando a publicar un trozo mis pensamientos más profundos más de una vez, que acabé borrando debido a la vergüenza. Así pues, me parece una excelente idea esta nueva sección del blog. Es una buena manera de seguir escribiendo en el blog— el cual lo tengo bastante abandonado estos días— y a su vez, compartir con todos vosotros más que literatura y ficción, sino preocupaciones del día a día, objetivos y retos.

Todavía estoy pensando en un nombre para esta sección. Se me ocurrió Mi Querido Diario, ¡Muévete!, The Little things Project o Cajón Desastre. Opto, de momento, por esta última mientras delibero cuál es la mejor opción. Decidme cuál preferís…


Gracias por leerme. Shariel siempre está a vuestra disposición.