domingo, 15 de octubre de 2017

En la hora de la medianoche

En el desierto vi una criatura desnuda,
bestial, que, acuclillada en el suelo,
tenía su corazón entre las manos
y comía de él.
Dije: <<¿Es bueno, amigo?>>
Y él contestó: <<Es amargo..., amargo,
pero me gusta
porque es amargo
y porque es mi corazón.>>
 Stephen Crane.



<<Mierda, mierda>> es lo único que consigo pensar o más bien: lo único en lo que quiero concentrarme. Porque tengo a mi mente prisionera y las barras que la retienen son el sueño, el aburrimiento y la desgana.

¿Sigues dormido, cariño?

¿Qué se puede hacer cuando ves a tu vida y futuro precipitarse al fracaso y sigues sin moverte?

Gritas, gesticulas, te dices y prometes cosas, luchas por creer esas mentiras, todo, para seguir luchando una batalla cuyo ganador se proclamó el segundo en el que comenzó... con las manos desnudas.

<<No necesito armas>>, me dices pero tampoco tienes garras ni uñas. No te creas que esto es fácil. La naturaleza la gobierna una única regla: la ley del más fuerte y el rey de la selva no tiene armas de almas tomar pero sí dientes afilados y garras con las que desgarrar y matar. Tú, en cambio... no tienes nada, tampoco luchas (<<sí lucho>>).
Es que no espabilas.

La única forma de hacerte fuerte es debilitándote y hundiéndote. Lo siento. Siento que deba desaparecer. Siento que la que tomó la decisión aquel día no fueras tú, sino yo. Y tú me retienes, ¿por qué lo haces? Qué tonto... ¿Que no ves que te estoy destruyendo? TONTO. Despierta, joder.

Estoy cansada, estoy cansada de decir lo cansada que estoy.

Estoy cansada... de algo más. De seguir así. De profanar tu vida. De hacer que tú y los demás dejen de creer en ti porque cómo lo van a hacer si les demuestras lo débil que eres y lo mal que lo haces todo... y todo es por mi culpa.

Hoy te siento muy lejos de mí. Tal vez lo he conseguido, tal vez he acabado contigo. Tal vez he cumplido mi misión y ahora seré desgraciada por siempre. No te siento, pero siento tu tristeza cuando te (nos) miran con esos ojos decepcionados, cuando te (nos) llaman aquello que odiamos y tanto anhelamos.

La vida era fácil y te la he complicado. La vida era toda tuya y te la he arrebatado.

Todas tus fuerzas de hacer el bien y no sé... ser feliz... te las he destrozado y transformado.

Todo es mi culpa, lo siento.

Perdón, perdón, perdón. Me lo merezco, el sentirme así. No te castigues más, no te castigo más. Es todo culpa mía, lo siento.

"TODO DEPENDE DE NOSOTROS, ESA ES LA VENTAJA", me lo quieres recordar a todas horas.