jueves, 23 de abril de 2015

No entres dócilmente en esa buena noche

 No entres dócilmente en esa buena noche,
Que al final del día debería la vejez arder y delirar;
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

Aunque los sabios entienden al final que la oscuridad es lo correcto,
Como a su verbo ningún rayo ha confiado vigor,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Llorando los hombres buenos, al llegar la última ola
Por el brillo con que sus frágiles obras pudieron haber danzado en una verde bahía,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.

Y los locos, que al sol cogieron al vuelo en sus cantares,
Y advierten, demasiado tarde, la ofensa que le hacían,
No entran dócilmente en esa buena noche.

Y los hombres graves, que cerca de la muerte con la vista que se apaga
Ven que esos ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser alegres,
Se enfurecen, se enfurecen ante la muerte de la luz.
Y tú, padre mio, allá en tu cima triste,

Maldíceme o bendíceme con tus fieras lágrimas, lo ruego.
No entres dócilmente en esa buena noche.
Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz.

En un día como este, las personas suelen regalar un libro y una rosa; pero como no es el caso, he decidido compartir con vosotros un poema de Dylan Thomas, mi favorito en estos momentos.
Feliz Día del Libro.

martes, 21 de abril de 2015

Palabras

Copyright @amylshariel (mi cuenta de Instagram)


Cuando la fuerza de mis palabras sobrevive al fuego y se niega a convertirse en cenizas.
Cuando la debilidad de mis palabras se impone al viento y renuncia a ser conducida por él.
Cuando el destino de mis palabras sea escrito por ellas, mis palabras... Supongo que entonces renaceré con toda mi gloria y sucumbiré al miedo y a la desesperación. Supongo que entonces seré capaz de luchar con todas las de la ley. Supongo que entonces encontraré aquello que ando buscando y que todavía desconozco. 
Hasta entonces solo seguirán siendo palabras.

Gato en la ventana

Desde mi ventana, veo la otra ventana. La que está en frente de la mía. En ella hay una mujer que se sienta delante de una mesa y escribe, supongo... No estoy segura porque siempre está de espaldas. Se pasa todo el tiempo ahí sentada, haciendo lo que sea que esté haciendo y no se cansa.
La señora tiene un gato, blanco y marrón claro, como anaranjado... El felino se pone en la ventana y me observa. Nos observamos mutuamente.
Yo pienso en todo tipo de cosas.
Él... no sé lo que piensa él. Humanos..., creo. No sé. Ni siquiera soy un gato.
El gato se pone en la ventana, he dicho; y el dichoso no tiene miedo de caerse. Será porque sabe que posee siete vidas o que sabe que sea cual sea la altura a la que un animal de su especie se precipite al vacío siempre aterrizará bien. ¿Sabéis por qué los gatos siempre caen "bien"? Por la cola. Córtale (no lo hagas) la cola a un gato y perderá toda su agilidad, flexibilidad y majestuosidad.
La cola lo es todo, sin ella no son nada.
Y yo siento que he perdido mi cola. Pero vuelve a crecer... me han dicho. Por eso lo observo. Por eso estoy allí cada vez que se asoma a la calle a admirar o a menospreciar (de nuevo: no sé qué es lo que pasa por la cabeza de un gato) a los humanos que hacen sus vidas a siete pisos de distancia.

miércoles, 1 de abril de 2015

Phoen: army of me

Stand up
you've got to manage
i won't sympathize
anymore

Phoen cae al suelo, arrastrada por la corriente helada, choca contra una lápida y reprime un grito. Levanta la cabeza justo en el momento en el que una nueva ráfaga de aire se disparada directa hacia ella y la esquiva a duras penas. Jadea, está cansada y le arden los músculos de todo el cuerpo y eso que la batalla acaba de empezar. Mira a su oponente, es un espíritu maligno de los que pueden tomar cualquier forma que se les antojase... argh, no recuerda su nombre ni nada más de sus habilidades; ahora entiende por qué Sebas se pasa todos los día pegado a los libros de texto... o algo así.
Suspira, decide acabar ya con todo esto. Sigue corriendo por el cementerio, esquivando los ataques de distancia del demonio, se esconde detrás del panteón de los Gautier y cierra los ojos. Nota que el aire se enfría a su alrededor, respira lenta y profundamente. 
Ahora ya lo siente, el poder se dispara desde lo más profundo de su ser, primero lentamente y después de golpe. Su cabello pierde su brillo rojizo y adquiere uno plateado que quema la goma que lo retiene y se eleva desafiando la ley de la gravedad.

You're allright
there's nothing wrong
self-sufficience please!
and get to work

—¡Ya es hora de divertirnos, Brisingr!— Sus ojos crepitan de la emoción.
Sale de detrás del panteón en el preciso momento en el que una bola de nieve lo destruye.
—Ay, jolines, me tocará a mí reconstruirlo. Maldito demonio, ¡me las pagarás!
—Vamos, Phoen, eso no es nada, concéntrate. No todos los días se mata a un demonio.
—Exacto, idiota. ¡Brisingr, ARDE!

You're on your own now
we won't save you
your rescue-squad
is too exhausted

Phoen corre lo más rápido posible directamente hacia el demonio, con la espada en mano derrite las bolas de nieve que le lanza su oponente. Quiere acabar de una vez por todas, Sebas se enfadará si no se presenta en cinco minutos a cenar. Salta dejando que una bola de nieve destroce otras tantas lápidas a su paso y salta dando un grito.

And if you complain once more
you'll meet an army of me

Aterriza sobre el monstruo que choca bruscamente sobre el suelo, saca a Brisingr de su pecho y como por arte de magia, el enorme demonio desaparece de debajo de sus pies. Envaina a la espada de cristal y su pelo y ojos vuelven a la normalidad. Se ríe con ganas hasta que escucha una voz a sus espaldas.
—Veo que te diviertes mucho, Phoen.
Oh, mierda, es Sebas. Se gira hacia él y sonríe avergonzada.
—Vale, vale. Lo sé, prometo arreglar todo esto— dice señalando a su alrededor.
Sebas la mira y levanta una ceja, expectante.
—Oh, vamos Sebas. ¿Que no ves los destr...?
Se queda muda al ver que todo está en su sitio, incluso el panteón de los Gautier está en pie y entero.
—Si has acabado tu turno de noche, vamos adentro que la cena está preparada.
Y tras esto, Sebas se dirije hacia la casita.
Phoen agarra fuerte su espada de madera y lo sigue, cabizbaja.
—Algún día me creerás, Sebas.
Éste la mira con dulzura y tras poner los ojos en blanco, le dice con una voz demasiado dulce para él.
—Cuéntamelo, entonces, pequeñaja.
Phoen comienza su asombroso relato de cómo ha conseguido derribar a un malvado demonio con la ayuda de su espada de cristal, Brisingr. En la zona más alejada de la verja, se halla una mancha negra que se evapora poco a poco con la luz de la luna y a su lado, los restos de lo que una vez fue una goma de pelo.