lunes, 1 de junio de 2015

La realidad de Phoen

¿Dónde quedan los sueños una vez soñados?
¿Dónde queda lo soñado una vez despiertos?
¿Quién nos garantiza que soñamos cuando nos dormimos?
¿Quién nos garantiza que despertamos cuando no lo hacemos?

Para Phoen todos los días son iguales. Se despierta al alba, ayuda a su tío Sebas quien apenas habla con ella, solo la escucha cuando le relata sus sueños y sus fantasías tan vívidas. Los dos limpian y mantienen el cementerio. Ella no recuerda haber pisado la tierra fuera de los muros. Se pasa las horas hablando con los muertos abandonados por sus seres queridos y regando las flores. Para ella no existe el mundo exterior. Solo ha hablado con una sola persona... viva... y es Sebas. Tampoco se le permite hablar con los visitantes de los difuntos, muy pocos en realidad. Para una persona corriente vivir de esta manera sería un suplicio, para Phoen es totalmente normal pues no conoce otra forma de vida.
Al medio día come junto con su tío, recoge y lava los platos y a continuación estudia toda la tarde. Pero no le interesan los libros. Vive ansiando la llegada de la noche.
Cada noche sale a patrullar por el camposanto. Y como es habitual, Phoen se ve expuesta a alguna experiencia extraordinaria junto con su espada de cristal Brisingr. Y cuando se lo cuenta a Sebas, él no responde.
Vuelven ambos a la casita que hay en el mismísimo centro del cementerio, cenan y duermen hasta el alba.
Esto es lo que hace Phoen todos los días de su existencia, aunque hay algo... o más bien alguien... que no consigue recordar. 

4 comentarios:

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