Notaba como el tiempo se escurría de entre mis dedos, rotos, destrozados. Y no podía hacer nada para evitarlo, tal vez observar... se dice que observando se aprende, ¿pero cuándo pasaré a la acción? Estuve toda mi vida, toda mi existencia observando, esperando el momento oportuno, mas éste nunca llegó. Ni siquiera se acercó. Intenté formar un puño con mi mano derecha, mientras la izquierda seguía inmóvil. Me dijeron que las cosas se hacen poco a poco, así se obtienen los buenos resultados. Sí, ¿lo adivinas? No veía resultado alguno.
El tiempo seguía escapando, mientras mis incapaces manos y brazos y piernas y pies, incluso dedos, intentaban atraparlo. Lo notaba sólido, también frágil.
Time waits for no one.
Tal vez era verdad. Una verdad tan evidente que dolía. Duele. Me lastima y yo mientras me reía... qué va, pensaba, si yo soy inmortal, invencible, imparable, nadie puede conmigo. Pero siempre está la puñetera excepción: la que confirma la regla. Yo podía conmigo. Soy la enemiga que buscaba en los rostros que veía por la calle. Siempre estaba a la defensiva, menos cuando estaba conmigo misma, quién iba a decir que me traicionaría a mí misma. El tiempo corre y siento que ya me están derrotando. ¿Más? Más todavía.
Lo notaba sólido en mis manos, el tiempo estaba parado justo encima de ellas, sin embargo corría. Mis dedos tiesos, corrían persiguiéndolo:
—Jajajjaj Xd—
Time waits for no one.
—¡Pero qué gracioso...!
>>Espera, ¿qué hora es? Oh, no, mieeeercoles. Media hora... no me lo puedo creer: ¡el tiempo vuela!—
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