¿Qué fue de esa chica que solía conocer? ¿Dónde está? ¿Cómo vive? ¿Qué hace?
Solo puedo pensar en ella, en su sonrisa porque aunque todo el mundo la veía sonreír solo yo distinguía cuándo lo hacía con los ojos.
Ahora veo esos ojos dondequiera que vaya. Los veo en la comida, en el cielo gris de invierno, en mis ropas, mis sueños y mis inquietudes... En mis alegrías y mis tristezas, en los gestos de los demás y en los míos propios. En el espejo, en superficies metálicas y de mármol. En todo. Los veo y la recuerdo entera, haciendo el vago, bailando, siendo la chica más loca y fascinante que llegué a conocer.
En ella se ha convertido mi vida. Sin ella no puedo avanzar, no puedo saborear los días. No puedo ser yo mismo.
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